Adiós a toda esa quietud tan cruda,
de pies descalzos, y de alma helada,
de aullidos mudos con sed de penumbra
escondidos en vacías palabras.
Vestidos de abril hoy brillan mis ojos,
una sonrisa se derrama en ellos,
la lluvia que arrastra espinas y lodo
y sueños rotos, desdén y destierros.
Que no irrumpa el cielo una nube gris,
vuela gaviota la estela dorada,
niega palabras que puedan mentir
y acuna el sol que viste mis mañanas.
Un aroma por abiertas ventanas
bañan de calor e ilusión mi cuerpo,
y va haciendo un guiño el sol entre mi alma;
una alianza de la paz con el tiempo.
Desolado invierno cubierto de abril,
brisa que revive las fragancias
de amores, rosas, de olor a jazmín,
sonriéndote el verde color de ramas.
Oír la música en mi ser sin más,
despidiendo pesadillas de mi,
luchar por vivir, y para soñar,
soñar un sueño que vive por ti.
